No he de callar....
No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.
¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?
Pues sepa quien lo niega, y quien lo duda,
que es lengua la verdad de Dios severo,
y la lengua de Dios nunca fue muda.
Don Francisco de Quevedo y Villegas a Don Gaspar de Guzmán, Conde Duque de Olivares.
Siempre estos versos dedicados a otro Guzmán (por lo visto los debe haber malos, buenos y regulares con mi apellido, y para aquellos que gustan de la genealogía y para evitarles búsquedas innecesarias ya le adelanto que hay quien me entronca con este Conde Duque) me hicieron pensar que la palabra ante todo debía estar en el aire, que el hombre creó la palabra para entenderse, para debatir, para dialogar, para ser escuchado y sobre todo para escuchar.
Hoy en día hay quien desea que mi voz calle para siempre, que mis dedos dejen de pulsar en el teclado, que mis ideas se escondan bajo llave, que mis artículos se oculten a la luz, que mis denuncias se archiven en el cajón del olvido. De las presiones a los medios de comunicación, que alguna vez han servido para cumplir los compromisos que se tienen, hay quien ya quiere pasar a otro tipo de intimidaciones mucho más directas y, según esas mismas fuentes, mucho más efectivas.
Pero mientras lo considere oportuno seguiré contando cuanto a mí llegue, pues la inmensa mayoría de las denuncias que recibo son a través de ciudadanos que, asqueados de tanto trapicheo, de aquellos que tanto prometieron honradez y transparencia y sólo entregan desvergüenza y oscurantismo, se deciden a enviarme datos, informaciones o cualquier indicio a través de mi correo electrónico o parándome por la calle para contarme lo que saben. Algunas veces hasta me es imposible poder indagar sobre algunas cuestiones, pero aún así las guardo e intento ir recabando la suficiente información para sacarlo a la luz.
Quien crea que las amenazas, veladas o directas, pueden influirme está muy equivocado, que poco me conoce quien así piensa, mis artículos seguirán llegando a los medios de comunicación o estarán en mi página de Internet hasta que así lo decida personal y libremente, tan sólo me mueven mis ideas, equivocadas o no. Y mientras pueda, seguiré escribiendo sobre todo aquello que crea que tiene interés para que los ciudadanos que quieran leerme lo puedan hacer. Ya sufrimos bastante en otros tiempos, para que ahora quieran callarnos.
Gracias a todos aquellos que me apoyan con su lectura.
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.
¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?
Pues sepa quien lo niega, y quien lo duda,
que es lengua la verdad de Dios severo,
y la lengua de Dios nunca fue muda.
Don Francisco de Quevedo y Villegas a Don Gaspar de Guzmán, Conde Duque de Olivares.
Siempre estos versos dedicados a otro Guzmán (por lo visto los debe haber malos, buenos y regulares con mi apellido, y para aquellos que gustan de la genealogía y para evitarles búsquedas innecesarias ya le adelanto que hay quien me entronca con este Conde Duque) me hicieron pensar que la palabra ante todo debía estar en el aire, que el hombre creó la palabra para entenderse, para debatir, para dialogar, para ser escuchado y sobre todo para escuchar.
Hoy en día hay quien desea que mi voz calle para siempre, que mis dedos dejen de pulsar en el teclado, que mis ideas se escondan bajo llave, que mis artículos se oculten a la luz, que mis denuncias se archiven en el cajón del olvido. De las presiones a los medios de comunicación, que alguna vez han servido para cumplir los compromisos que se tienen, hay quien ya quiere pasar a otro tipo de intimidaciones mucho más directas y, según esas mismas fuentes, mucho más efectivas.
Pero mientras lo considere oportuno seguiré contando cuanto a mí llegue, pues la inmensa mayoría de las denuncias que recibo son a través de ciudadanos que, asqueados de tanto trapicheo, de aquellos que tanto prometieron honradez y transparencia y sólo entregan desvergüenza y oscurantismo, se deciden a enviarme datos, informaciones o cualquier indicio a través de mi correo electrónico o parándome por la calle para contarme lo que saben. Algunas veces hasta me es imposible poder indagar sobre algunas cuestiones, pero aún así las guardo e intento ir recabando la suficiente información para sacarlo a la luz.
Quien crea que las amenazas, veladas o directas, pueden influirme está muy equivocado, que poco me conoce quien así piensa, mis artículos seguirán llegando a los medios de comunicación o estarán en mi página de Internet hasta que así lo decida personal y libremente, tan sólo me mueven mis ideas, equivocadas o no. Y mientras pueda, seguiré escribiendo sobre todo aquello que crea que tiene interés para que los ciudadanos que quieran leerme lo puedan hacer. Ya sufrimos bastante en otros tiempos, para que ahora quieran callarnos.
Gracias a todos aquellos que me apoyan con su lectura.
3 comentarios
joaquín -
En aquellos tiempos el Cine Club Ceuta era el único lugar donde se podían reunir los pocos progresitas que perteneciamos a grupúsculos. Viva la libertad que tuve antes y que mantengo ahora.
daniel -
Pedro -